¡Hola Lectores!
Quiero pedirles una enorme disculpa por no poder
pasar por sus hogares para ver sus nuevas reseñas, en realidad la universidad
me tiene ahogada en tareas y no tengo tiempo ni para respirar. Prometo que poco
a poco retomare la marcha. Mientras les dejo esta entrada de mi sección
favorita (estoy pensando en abrir secciones nuevas como entrevistas, las he
visto en otros blogs y me parecen estupendas) así que comencemos.
Algo
en sus ojos, sorprendentemente azules –del color de las aguas de los países del
sur-, y la forma en que contrastaban con su pelo negro como el carbón, la
desarmaron. Era dolorosamente guapo y no debía de tener más de veinte años.
“Se
supone que los príncipes no tiene que ser atractivos. ¡Son criaturas
quejumbrosas, estúpidas y repugnantes! Pero este…este… Que injusto de su parte pertenecer
a la realeza y ser guapo al mismo tiempo”
-Se
envolvió con la capa. Tenía intención de ganar. Vencería, serviría al rey y
luego desaparecería en la nada, y no volvería a pensar en castillos, reyes o
asesinos. Celaena no deseaba volver a reinar en aquella ciudad. La magia había muerto,
el pueblo de las hadas había sido desterrado o ejecutado, y ya nunca volvería a
tener nada que ver con el auge y la caída de ningún reino. No estaba
predestinada a ser nada. Ya no-.
-Podía
obligarlos a participar en competencias ridículas, pero independientemente de
que fueran criminales, seguían siendo seres humanos. Si no quería participar en
el juego del rey, la única alternativa que tenía era morir.-
-Celaena
miró el pinaforte. Antes lo tocaba… le encantaba tocarlo, le encantaba la música,
y cómo la música podía romperlo y curarlo todo y hacer que todo pareciera
imposible y heroico.-
-El
valor del corazón es algo muy infrecuente- dijo con una calma repentina.- Deja que
te guie.
Si
se convertía en la campeona de su padre y luego recobraba su libertad, ¿seguiría
siendo la misma? ¿O todo aquello no era más que una fachada para lograr lo que quería?
Dorian no podía imaginársela fingiendo. No quería imaginársela fingiendo.
Celaena
no esperó su respuesta y echó a andar hacia la sala de juegos. Deseaba con
todas sus fuerzas estar cerca de él y sentir el cálido aliento del príncipe en
su piel. Le gustaba aquella sensación. Y lo que era peor, comprendió que le
gustaba él.
Era
una criminal: una máquina de matar, una reina de los bajos fondos… y aun así…
aun así no era más que una niña a la que habían enviado a Endovier con
diecisiete años.
Tenía
un corazón enorme, y tan rojo como sus dientes. Había gente buena: en el fondo,
siempre había una pizca de bondad en todo el mundo. Tenía que haberla.
Celaena
sentía los brazos pesados y ligeros a un tiempo. La habitación parecía dar
vueltas y más vueltas a su alrededor. Le gustaba –le gustaban sus besos, su
olor, su sabor, las sensaciones que le provocaba.
Nos
leemos pronto con una nueva reseña.
Un
beso
Es un libro que me gusta mucho, no veo la hora de leer la secuela. La forma que esta construido el personaje de Celaena es imposible no amarla.
ResponderBorrarBesos, te sigo!