Miedo
Estoy
asustada de la forma que ha tomado mi cuerpo y de la manera calculadora en la
que me muevo, le temo a mi vulnerabilidad y a mi sentimiento de soledad; han
pasado tantos días desde que mire mis ojos atentamente y podía a lo lejos
entender que el dolor disminuía, pero, cuando me pare frente al espejo me
derrumbe ante mi silueta, ante la mirada incompleta y el enorme vacío en mi
pecho.
Deje
de sentir miedo de mi misma, poco a poco comencé a temerle al mundo, a las
personas, al cielo, a la vida, a los sentimientos, al dolor, al amor, a la
pasión y me encontré, una vez más, con el miedo a mí misma y deje que todo eso
me hiciera llorar.
Fue
un segundo en el que baje la guardia y deje salir las lágrimas guardadas que
con esfuerzo había logrado frenar y ocultar, y cuando se asomaron por estos,
mis ojos, no hubo nada ni nadie que las pudiera frenar.
Fue
en ese momento que perdí lo último que quedaba de mis ganas de vivir.
Hoy,
en este instante, quisiera despedirme de lo que conozco, de las personas que
han entrado y salido de mi vida, de aquellas que me hicieron llorar y que me
llamarón egoísta aun sabiendo que estaba dando mis días por su salvación. Hoy,
he decido comenzar este viaje sola, a un lugar mejor, un lugar en el que pueda
ocultarme de los seres humanos, de la maldad, del egoísmo, del amor, de las
mentiras y de las palabras bonitas que algunos dicen para obtener algo que
desean de ti.
Estoy
asustada del vacío y la crisis existencial en la que me encuentro, del fracaso académico
y laboral al que me enfrento, estoy asustada de mirar a mi alrededor y no
encontrar a nadie con quien hablar, de no saber a quién puedo abrazar y estoy
asustada de estar aquí llorando sin sentido y sin saber que hacer o porque
escribo.
Quisiera
estar lista para irme, tomar mis maletas y no regresar, terminar este viaje sin
despedirme y dar gracias infinitas por tanto dolor. Pero, estoy asustada, increíblemente
asustada de ver tantas lagrimas caer, de sentir tanto dolor y de odiar
interminablemente a todo aquel que en algún momento me hizo sentir frágil, débil,
vulnerable, egoísta y fea.
Estoy
asustada de mi misma, de lo que pueda hacer al sentirme tan frágil, tan sola.
Estoy
asustada de la forma que ha tomado mi cuerpo y de la manera calculadora en la
que me muevo, de la frialdad que presumo tener, de las emociones que finjo no
conocer, estoy asustada de que las personas crean que no siento, que no miro,
que no amo, que no espero. Le temo a mi vulnerabilidad y a mi sentimiento de
soledad.
Estoy
asustada, realmente asustada de mi tristeza absoluta, de mis sentimientos
confusos, de mi soledad. Le temo al vacío de mi cama, a la frialdad de mi
habitación, le temo a mis manos y a mi corazón. Quiero despedirme sin hablar,
sin mirar, sin llorar.
Estoy
asustada de lo lento que late mi corazón, de las lágrimas que caen sin
compasión, me aferro a la idea de morir sin sentido, de vivir sin vacíos. Miedo
intenso, pasión intensa, amor intenso, deseos de muerte intensos.
Fue
un segundo en el que baje la guardia y deje salir las lágrimas guardadas que
con esfuerzo había logrado frenar y ocultar, y cuando se asomaron por estos,
mis ojos, no hubo nada ni nadie que las pudiera frenar.
Fue
en ese momento que perdí lo último que quedaba de mis ganas de vivir.
Y
tengo miedo.
Siento
miedo.
Huelo
el miedo.
Le
temo al miedo.
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